En España, una SICAV es un instrumento
financiero que permite invertir dinero y diferir el pago anual de impuestos a
través de la creación de una Sociedad Anónima cuyo objeto social es invertir en
activos financieros. Mediante este instrumento los accionistas de la Sicav
tributan por las plusvalías una vez materialicen estas, repartiendo dividendos
o vendiendo las acciones de la SICAV con plusvalías al tipo establecido para
las rentas de capital en España. Gozan con una tributación (en 2011) del 1%.
Actualmente este instrumento de inversión es uno de los más utilizados por
personas con grandes capitales. En 2009, las tres sicavs mayores de España son
las de Alicia Koplowitz, la familia del Pino, y Rosalía Mera.
Las SICAV son herramientas legales que las
grandes fortunas tienen para evadir impuestos, que llegan a las 100 personas
necesarias gracias a individuos que sólo aportan su nombre a la sociedad
(conocidos como socios de paja o mariachis). A menudo éstos están muy
relacionados con el inversor que aporta la mayor parte del capital (lazos de
subordinación, familiares...). Desde
este punto de vista, la SICAV dejaría de funcionar como instrumento colectivo
para convertirse en una forma de gestión de un patrimonio individual. Esta
crítica está apoyada por una parte de los inspectores de Hacienda.
Es también criticado el escaso poder que tiene
la Agencia Tributaria para investigar posibles fraudes, supeditado siempre al
consentimiento de la CNMV. La normativa
que así lo dicta es una enmienda presentada por CiU y apoyada por todos los
grupos parlamentarios excepto IU, fue aprobada el 30 de julio de 2005, tras
un periodo en el que Hacienda estuvo especialmente activa en la investigación
de irregularidades en estas sociedades. La
nueva ley fue criticada tanto por Hacienda como por IU, quienes
consideraban que concedía, en la práctica "inmunidad fiscal con carácter
retroactivo" a las SICAV.
“El mundo no está en peligro por las malas
personas sino por aquellas que permiten la maldad”. Albert Einstein