Uno de los retos más importantes en política, es el interno: Unió
Democrática de Catalunya no tiene para nada clara la apuesta independentista, y
las fricciones en el seno de la federación son constantes y se incrementarán
según avance el proceso, tensando progresivamente la cuerda.
Artur Mas, además de intentar poner orden en el propio partido, deberá
defender la prórroga de
los presupuestos del año pasado para este ejercicio y pactar unos nuevos con
ERC de cara al 2014. Las cuentas del actual ejercicio contienen unas
décimas inesperadas de oxígeno -del 1,2% del techo de déficit permitido se ha
pasado al 1,58%- pero estas migajas no calmarán una sociedad que ve con miedo
cómo se recorta drásticamente en sanidad, educación y bienestar social. Las
protestas en defensa del Estado del bienestar no han descansado por vacaciones
y nada hace pensar que vayan a suavizarse respecto al curso pasado.
Además, Artur Mas deberá ponerse también de acuerdo con ERC para
decidir cuándo se convoca la consulta y en qué condiciones, en función de si el
Estado la autoriza o no. Estos pasos son muy delicados porque Unió y ERC estiran
la cuerda desde los extremos opuestos y Mas, en medio, intenta que no se rompa.
Por si no tuviera suficiente asignaturas pendientes, el líder convergente ha de
afrontar también los diferentes casos de corrupción abiertos que afectan a su
partido, sobre todo el del Palau de la Música, donde se investiga la
financiación ilegal de la formación a través de comisiones cobradas a
constructoras a las que se adjudicaban obras públicas, y el caso de las ITV.
La única bolsa de oxígeno para el president, paradójicamente, le
llega desde la oposición. Y es que si CDC tiene un año complicado por delante,
el PSC aún lo tiene más difícil. El debate independentista parece haber
convertido el partido de los socialistas en un matrimonio al borde del
divorcio, donde los reproches y las expresiones hirientes se han impuesto a la
convivencia. ERC ha jugado con éxito su papel de socio del gobierno catalán en
la sombra, sin desgastarse por la complicada situación económica y las
políticas de austeridad.
Es curioso que los cursos, para algunos,
empiecen a primeros de septiembre, como ocurre con los malos estudiantes.