sábado, 27 de abril de 2013

Paro-Pobreza


Por fin, costó «trabajo», pero se llegó a los seis millones de personas sin empleo. Enhorabuena al Gobierno. Un récord. Miles de personas siguen engrosado las filas del paro y de la exclusión social que, como puñaladas, hieren en el cuerpo de España y de la ciudadanía. En este país, en el que parece tienen cabida las mil y una experiencias de los rentistas financieros y capitalistas, cientos de preguntas se agolpan en la cabeza de las personas, que día tras día se quedan sin trabajo o de las que, como el grifo goteante, son sacadas de sus empresas para ir a engrosar los grupos de quienes piden, realmente, trabajo y pan.

Preguntas que interrogan por qué empresas con beneficios, anuncian cierres y despidos; por qué las instituciones consienten que los que aventaron el huracán de la crisis, se aprovechen para cerrar las fábricas y dejen a los trabajadores y trabajadoras sin presente y sin futuro.

Si las cifras del paro son alarmantes, más lo son las historias que esas personas llevan consigo. El paro no es solamente una cuestión de ingresar dinero (que también), es así mismo una cuestión de dignidad que afecta, y cómo, a la autoestima de las personas que lo sufren y que se ven excluidas, injustamente, de una sociedad en la que estando integradas, las rechaza al olvido y a la humillación. No es ocioso preguntarse: ¿Qué va a ser de las personas en paro de larga duración que teniendo cierta edad las desahucian del mercado laboral? ¿Cómo van a salir adelante los y las jóvenes que solamente ven precariedad laboral en el negro horizonte y que si alcanzan un trabajo es en condiciones semifeudales?

No se puede crear empleo con la política de recortes que se está llevando a cabo y que entiendo no va a finalizar todavía. Tal política económica aboca al mundo del trabajo «al deterioro y al binomio paro-pobreza». Se ha conseguido, pues, empobrecer a este país hasta niveles dramáticos que siembran el miedo y la desconfianza en amplias capas sociales que jamás pensaron podría suceder. Y, para más inri, desde  el poder empresarial se culpa a la población con aquello de que «han vivido por encima de sus posibilidades». Sin embargo sabemos y vemos quienes son los que han vivido y viven por encima de sus posibilidades: empresarios, banqueros, defraudadores y evasores de impuestos.

La desilusión y la desesperanza se extiende entre la clase trabajadora. La tasa total de paro se ha elevado a su nivel más alto desde que comenzaron las mediciones en 1970, en medio de una prolongada recesión y recortes de gastos. Mientras, el puesto de trabajo, derecho incuestionable de la persona, se adquiere por mero sorteo; si te toca trabajas, sino esperas. Situaciones lamentables que aún humillan más a quienes están en busca de ese derecho.

Claro, que no todo va a ser pesimismo, ¡qué va!, de repente parece que la luz se va hacer: la ministra Báñez anuncia «tarifa plana» para «emprendedores» y Rubalcaba propone, ahora, un posible «pacto de estado por el empleo». Si todo esto no fuese de risa sería para llorar.




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